miércoles, 19 de marzo de 2014

Petro se queda, petro no se va, petro se fue...


 
No es mi fin, por lo menos en este blog, (ni creo que en mi vida) escribir entradas de contenido político; pues no creo que la estructura haya cambiado mucho desde las épocas del absolutismo monárquico (y una vez más queda demostrado); sin embargo esta vez me siento indignado, impotente y triste.

Hace un tiempo un profesor (al que detesto con todo mí ser, por cierto); como respuesta a la cantidad de opiniones que le dábamos nosotros como estudiantes de que habíamos estudiado derecho por su posible potencial de cambio social y de justicia nos dijo simplemente: “¿cómo pueden ser tan ilusos?, no sean románticos…”, como quien dice: “no sean pendejos.” Y hoy, casi dos años después me doy cuenta de que tenía razón.

Bogotá es una ciudad con más de 7 millones de personas,  en su mayoría trabajadores, personas del común, que no tienen más que el sitio en donde viven, un trabajo (si tienen) y sus familias. No es una ciudad de lujos, no es mágica al anochecer, ni es centro de moda alguna. Pero es importante, es la capital del país, de mi país, es el sitio donde nací, donde he vivido toda mi vida, y donde supongo tendré que seguir viviendo. Es por esto que me importa, es mi hogar quiera o no, y soy consciente desde hace más o menos 10  años de como cada vez se convierte en un agujero negro mas grande.  La administración de la ciudad está a cargo del alcalde, que como en las urbes “civilizadas”  es elegido por voto popular. Es entonces cuando, haciendo un retroceso nos damos cuenta de que; desde bolardos innecesarios (y hasta en algunas circunstancias ubicados de manera peligrosa) hasta el pago de reajustes de obras multimillonarias que jamás se realizarían a particulares; Bogotá es una ciudad como sus habitantes, una sobreviviente, una verraca.

La discusión hoy no es si el procurador tiene la facultad de destituir a un funcionario público elegido por voto popular o no, hoy ya no importa, pues la pregunta es: ¿Por qué ahora? ¿Por qué a él?, ¿por qué no a los demás?... No quiero defender una administración como algo utópico o perfecto porque no lo fue y de haber continuado, a lo mejor no lo seria, pero si algo es cierto es que Gustavo Petro, vio a los a quienes no viven en rosales, vio a quienes no podían pagar servicios públicos o impuestos, no por que fueran muy costosos dados los estratos de sus viviendas sino porque simplemente tienen para el agua de panela y el pan de su diario. Petro vio una bogota humana.

No es de comparar cual fue peor, pues así nos acostumbramos al tamal que nos tiran en las elecciones. Es de exigir que nos respeten, respeten nuestros impuestos, respeten nuestras viviendas, respeten nuestro mínimo vital, respeten nuestro derecho al voto. Desde el punto de vista legal todo está hecho  de acuerdo a derecho. ¡Claro!, no nos iban a dar “el papayaso” de violarle el debido proceso al guerrillo ese. Pero jamás le perdonaron haber salido de donde salió, porque no fue pobre, no salió de un barrio al sur de esta oscura ciudad, no es protagonista de una historia de superación personal; es ex alumno de la javeriana y del externado, ha estudiado en otros países y siempre ha estado bien acomodado en la sociedad. Le reprochan haber atentado contra el orden establecido, le cobrarán hasta el día de su muerte y muy posiblemente a sus hijos haber atentado contra el status quo de la aristocracia colombiana. Y hoy se ha demostrado.

Vivo con el miedo, pero en cierto grado la esperanza de que un momento, un desliz, un solo acto individual, aislado y mínimo desate toda esta rabia que corre por las calles. Porque por un país, donde prefieren tener de gobernante a un asesino que a un académico no vale la pena luchar. Pero sé que hay gente con hambre de cambio, necesidad de paz, y anhelo de reconciliación. Es solo que a ellos, como a mí; la política nos vale mierda.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Esta definitivamente me pasa a mi...

Esta definitivamente me pasa a mi...