martes, 23 de septiembre de 2014

Pendejadas para escribir a las 10 de la noche...

Siempre he pensado que los amigos son la familia que uno escoge; y que, hacer parte de algo especial te hace especial. Creo que son ese tipo de cosas que le quedan grabadas a uno en el disco duro luego de crecer con muchos cuentos y programas de Discovery Kids. Y no puedo dejar de preguntarme ¿cómo sería mi vida si fuera...?, pero entonces no sería mi vida, sería la vida de ese otro que nació en lugar de mí, porque yo soy yo y mis circunstancias –decía Ortega y Gasset – entonces de no haberme pasado todo lo que ha pasado en mí vida pues no sería mi vida. Y son este tipo de cosas en las que me pongo a pensar antes de irme a dormir, a esto como de las 10 de la noche, cuando ya me di cuenta que ni estudié lo que tenía que estudiar, ni trabajé en lo que tenía que adelantar, pero si me comí lo que no me debía comer, porque si hay algo que no puedo hacer es pensar pendejadas con el estomago vacio…

Ya van varias ocasiones en las que sueño lo mismo, es como volver al pasado, es tan real que me despierto sobresaltado y con una nostalgia que me asusta, no sabría muy bien describirlo, pero siempre camino mucho, y veo a mucha gente, personas que eventualmente conocí y que encerré cuando decidí darle vuelta a la página. Y los abrazo, y estoy feliz de verlos, y todo por cuanto en algún momento me preocupé ya no existe y ahora soy feliz; como si me hubiera reconciliado, pero no solo con ellos, sino también conmigo mismo. Y luego despierto, y pretendo ser profesional, uso corbata y hablo con complicados términos técnicos que ni yo mismo entiendo, y tengo una vida, una vida completamente nueva, lejos de lo que una vez fue, y pienso en si ellos también…
Y luego me molesto por estar pensando en tantas pendejadas mientras alguien en alguna parte del mundo (lo más probable es que muy cerca de aquí) tiene problemas de verdad y no solo nubes existenciales.  Pero es ahí cuando agradezco a la vida por mí vida, sin embargo vuelvo y me molesto conmigo por esa odiosa idea de agradecer porque estoy de este lado de la historia y no del otro, como haciendo una comparación absurda, como de esas que la mamá le hace a uno cuando no quiere comer y dice: “tantos niños en áfrica sin comida…”; entonces yo agradezco por tener suficiente comida para atiborrarme hasta donde quiera y con agradecer en mi mente A NO SE QUIEN logro callar las voces en mi cabeza que me dicen que soy un idiota, burgués desconsiderado. Como cuando dices una mentira o robas algo y eres católico, lo haces y vas y te confiesas, no porque te hayas arrepentido de haberlo hecho (a lo mejor y no devolverías jamás lo que tomaste) sino porque de confesarte, podrás quedar “limpio” para la próxima; mejor dicho, el que reza y peca empata.
Y finalmente agradecer porque yo tengo comida y alguien no, nos hace seres aun mas egoístas porque nos sentimos bien con nosotros mismos pero el niño en áfrica seguirá teniendo hambre, decirle gordo a alguien no te va a hacer más flaco, contar los secretos de quienes confiaron en ti no hará que los tuyos se borren y decir que no te importa nada porque “eres así” no justifica tus faltas, ni borra las heridas que has hecho en otros.  Agradezco por lo que tengo, pero ya no de cosas, sino de experiencias, como mi familia, logros, amigos y amigas, esas personas en las que puedo confiar. Porque ser amigo, para mí no es solo decirlo o andar con esa persona, son todas aquellas acciones que los unen y que sin importar que pase puedes apoyarte en él o ella; es con quien te ríes, lloras pero también trabajas para la construcción de ambos como personas. Porque (y sonaré como un dinosaurio en este momento) en estos momentos donde la competencia es por venta de placeres y emociones, necesitamos a alguien que nos mantenga con los pies en la tierra y nos recuerde que la vida no es fría, en el momento, con desconocidos; es decir, la vida no es un comercial de cerveza.

domingo, 7 de septiembre de 2014

¿Diario de una muerte anunciada?

“Hoy espero lean las palabras de un muerto que siempre estuvo muerto, que caminando al lado de hombres y mujeres imbéciles que aparentaban vitalidad, deseaba suicidarse, me lamento de no haber leído tantos libros como hubiese deseado, de no haber escuchado tanta música como otros y otras, de no haber observado tantas pinturas, fotografías, dibujos, ilustraciones y trazos como hubiese querido, pero supongo que ya puedo observar a la infinita nada” Sergio Urrego


El 4 de de agosto fue un lunes como cualquier otro para mí, un aburrido comienzo de semana para los millones de personas que poblamos como cáncer este planeta al que llamamos hogar, hogar en el cual habitan nuestros seres queridos, nuestras metas y esperanzas; nuestros demonios y enemigos, incluso un lunes cualquiera para los policías, paramédicos y bomberos que recogieron el cuerpo de Segio de la acera contra la que se lanzó desde el tercer piso de un centro comercial; pero si de algo estoy seguro es que no fue un día como cualquier otro para él, y aunque publicó “Goodbye cruel world” de Pink Floyd en su muro de facebook, estoy seguro que nadie, si sus más allegados amigos se imaginaron el fin que le daría a todo.

Hoy estuve en la terraza de Titan plaza, el centro comercial en el que Sergio decidió terminar con su vida, la gente reía y charlaba como si nada nunca hubiera pasado, claro; ha pasado ya mas de un mes; pero no pude evitar pensar que esto era lo último que Sergio había visto, se ve casi toda Bogotá, el viento te pega en la cara y las barandas son altas, imaginé que debió planearlo muy bien, dejó cartas a su familia y amigos despidiéndose, y; de dudar o demorarse demasiado seguramente seguridad lo habría interceptado, intenté pensar en lo que habría pensado él en ese momento y no encontré motivos suficientes para siquiera imaginar recrear su último acto político. Porque si, eso fue, su mayor y más significativo acto de protesta, uno tan puro y poderoso que lo hizo famoso, conocido e icónico. Es solo que estoy seguro que él no quería nada de eso... y lo único que se me viene a la mente es la frase que un profesor dijo hace unos días “has lo que de verdad mueva tu alma”, y, a lo mejor eso era ya lo último que podría hacer que el alma de Sergio se sacudiera lo suficiente.

En mi vida no mucho ha cambiado, Sara no va a volver, y no sé porque lo escribo, tal vez sea porque verlo escrito es la única forma de que para mí sea real, también he creado un grupo de estudiantes o algo así, espero salgan muchas cosas buenas de ahí. Y es curioso que no escriba durante mucho tiempo y decida hacerlo la noche que más melancólico me siento. Y tengo que ser sincero y decir que una de las cosas que pensé mientras estaba en la terraza del centro comercial fue: ”porque él y no yo”,  porque si para estas alturas no sabes de quien estoy hablando basta con buscar su nombre en internet, lo que me importa a mí es que pudo ser cualquiera, pudo ser mi mejor amiga, el profesor al que admiro, el chico que me cae mal, ese amor de un tiempo atrás o yo mismo. Es solo que él se nos adelantó a todos nosotros, él supo, como, por fin, hacer escuchar su voz.

Lo cierto es que no conocí a Sergio, así como es probable que no te conozca realmente a ti si estas leyendo esto. Sin embargo no puedo evitar sentir que pude ser yo quien agonizó 5 horas en un hospital. Todo a cuenta del odio, porque puede que en este mundo no haya comida, agua o petroleo, pero odio... eso es lo que abunda, en cada esquina, en cada palabra del desconocido que te ve pasando la calle, del señor que recibe tu dinero en el bus camino a la universidad, del profesor que humilla a sus estudiantes, de la sonrisa falsa de tu compañera de clase... de tu padre cada vez que te dirige la palabra. Y no es difícil imaginar motivos dignos de periódicos amarillistas que sustenten el querer mandarse de una terraza; basta con una racha de mala suerte para creer que todo está perdido, que no hay nada por lo que vivir;  sin embargo Sergio fue más allá, él, el ateo, el anarquista, el homosexual. La voz que fue callada a las malas por una “educadora”, alguien, que no merece más que estar en la cárcel, no como responsable de la muerte de Sergio, pues él fue quien escogió dejar de luchar; sino por quitarles la esperanza, las metas y las armas de vida a los cientos de miles de chicos a los que dice “educar”.
No conocí a Sergio pero me habría encantado charlar con él, a lo mejor discutiríamos porque yo no soy ni tan ateo, ni tan anarquista ni tan poderoso como lo fue el. Es solo que no puedo con la idea en mi cabeza que de ser su amigo no se habria sentido tan solo como para hacer lo que hizo.

“Elige la vida, un empleo. Elige una carrera, una familia, una TV inmensa. Elige lavarropas, autos, CD y abrelatas eléctricos. Elige la buena salud y el colesterol bajo. Elige las hipotecas a plazo fijo. Elige una primera casa. Elige a tus amigos. Elige la ropa informal. Elige un traje de 3 piezas comprado en cuotas y pregúntate quien mierda eres un domingo temprano. Elige sentarte en el sofá o mirar programas estupidizantes mientras comes comida chatarra. Elige pudrirte en un hogar miserable, siendo una vergüenza para los malcriados que has creado para reemplazarte. Elige tu futuro. Elige la vida.
¿Por qué querría eso? Elijo no elegir la vida. Elijo otra cosa. ¿Las razones? No hay razones... “  Sergio Urrego

Un beso y un abrazo a sergio, a su familia y amigos, que sé que les sonríe desde donde quiera que esté.

Esta definitivamente me pasa a mi...

Esta definitivamente me pasa a mi...