miércoles, 23 de octubre de 2013

Muro de espinas


 
Mi mamá siempre me dice que soy un campeón, que sé cómo hacer las cosas y que todo saldrá bien, en estos momentos no me siento un campeón, no sé qué hacer y estoy seguro de que el mundo seguirá girando sin que necesariamente este conspire a mi favor.

Es curioso como las personas evitan hablar de la muerte y toman unas reacciones impostadas y falsas cuando les mencionas el tema. Como si ellos no se fueran a morir, o incluso; la incesante hipocresía humana no nos llevara a hacer como que nos sentimos mal cuando alguien a quien no conocimos o ni nos importaba muere.  Por eso pienso que el funeral perfecto ha de ser una fiesta, de esa manera por lo menos habría un recuerdo alegre de la persona si es que en vida no lo hubo.

 Volvieron mis dolores de cabeza, a veces tengo que cerrar un ojo como para esperar a que bajen un poco. Tengo sueño todo el tiempo y no quiero hacer nada. Lamento que este espacio sea una especie de muro de los lamentos, pero de alguna manera es la única forma que tengo de volar.

Es todo y no es nada, ya no hay estrellas que contar en el cielo, ahora simplemente se existe sin vivir o incluso se vive sin pensar. Es peligroso pensar, creo que lo hago demasiado y por eso me siento atrapado; tal vez si no pensara en las cuotas, en la casa, en mi mamá, en la universidad, en las deudas, en los demás, en mí… en ti. Sería una locura, ¿no? “¡Pero qué desconsiderado, no piensa en nadie más que en él!”, diría la gente (que iluso, eso dicen incluso en este momento), la gente dice muchas cosas, algunas ciertas y otras falsas, unas agrandadas y otras inventadas; Incluso de mí, que no soy nadie ni hago nada, que solo paso junto a ellos por la calle. Si por mi fuera me quedaría sentado en algún lugar, solo observando, pudiéndome imaginar las miles de historias que podrían contar cada una de las personas a las que no veo por estar en mis cosas.

Si te detienes un momento y miras al cielo solo encontrarás cables de energía entrelazados y atados a grises postes; nadie puede volar con esa cantidad de redes. Creo que ese fue mi problema, estoy atado, boca abajo y colgando de algún cordón de esos. Puede ser una jaula tan enorme que cubre todo tu mundo, pero a la vez tan pequeña que atraviesa cada emoción, sentimiento  y pensamiento. Incluso aquí, pienso demasiado en lo que publicaré, no sé quien lo vea o quien no lo vea, por eso las entradas son como mensajes en botellas lanzadas al mar, con la única esperanza de que lleguen a quien deben llegar… Es como si fueras tranquilamente por el campo y una pequeña espina de alguna rosa se hubiera atorado en tu suéter, luego de intentar separarlos sin dañar ni la rosa ni el suéter, la enredadera empieza a crecer alrededor tuyo…

Creo que en mi caso, he dejado que ese muro de espinas me consuma casi en totalidad, igual no estoy seguro de querer salir…  son cientos de imágenes que pasan a mil por hora en mi cabeza, poco a poco me van arrinconando en mi habitación, es no poder hablar, no poder escribir, no poder gritar; es temor, es ansiedad, es tristeza, de nuevo es todo y no es nada. Estoy atado, encarcelado y enredado.   

Lo más probable es que algún día cuando muera; el camión de la basura pase a la misma hora a la que ha pasado siempre, el rocío del pasto huela igual de fresco y al medio día las ciudades sigan siendo un caos, y no quiero que haya drama y llanto (si es que alguien lloraría por mí).  Mi única preocupación es si escribí todo lo que tenía que escribir y callé todo lo que tenía que callar.

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Esta definitivamente me pasa a mi...

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