Yo no bebo… o por lo menos eso digo o pensaba hasta hace
algunas semanas.
Siempre he pensado en que me gustaría tener una familia, de
esas que tienen perro y todo. (Aunque a mí me gustan los gatos)
Ella muy cercana a mi hermana, sobresaliente en el colegio,
de ojos verdes, piel muy blanca y cabello negro. Yo emm… pues yo. Nos conocimos
en una fiesta de 15 años en noveno grado. Nos caímos bien y siempre le molesto
mi extraño sentido del humor, aunque yo sé que lo disfrutaba. A mí me encantaba
su sonrisa y su voz y su cuerpo y como me miraba, también como me regañaba (lo
que era muy habitual) pero aun así no me importaba yo me sentía cómodo junto a
ella. Cuando salíamos la pasábamos muy bien, nos reíamos mucho y también teníamos
pláticas interesantes. Las cosas se empezaron a poner extrañas un tiempo después,
no quería engañarla o mentirle así que prefería no estar con ella por espacios
de tiempo. A veces un mes o dos. Volvíamos pero la magia nunca era igual. Sin
embargo nunca he imaginado mi vida futura con una persona diferente, yo quería estar
con ella y tener ese absurdo prospecto de Ken y Barbie, tan plásticos como mis
sueños. No tenia reparo en decir con todo y mi inexperiencia que ella seria la
mujer con la que me casaría.
Sin embargo siempre hubo algo que ella nunca supo, y muy
poca gente sabe. Este doctor Jekyll tiene un Mr. Hyde…
Con todo y esto aquí estoy casi 5 años después de conocerla,
innumerables reconciliaciones y muchas anécdotas para contar esto ya no va mas,
no puedo ilusionarla a ella, decirle un ´te quiero´ cuando
no es sincero cuesta tanto… es como si no la pudiere mirar a los ojos porque sé
que ella lo sabría. Sin embargo estas serán las últimas líneas que yo escriba
en su vida. Y solo pude darme cuenta del daño que me hacia llevando una relación
solo por el miedo a estar solo; pues hace unas semanas en una reunión familiar
sirvieron vino y dado que estaba con ella bebí solo un par de copas, a la
semana siguiente, antes de nuestra cita, saque una botella y me serví de nuevo
una generosa copa, y, para nuestra última salida estaba bebiendo una jarra de
margaritas en mi sofá mientras veía estúpidas comedias de amor, preguntándome porque
no sentía lo que veía aparentemente sentían los personajes.
Y yo tuve las tres señales hace mucho tiempo, ya no estaba
tan animado de verla, comparaba nuestra relación con las estúpidas películas de
amor y empecé a beber en exceso para no engañarla. Le di varios grados de alcohol en sangre, mis
fines de semana, miles de minutos de telefonía celular y sinceros besos y
abrazos. Pero ella me dio algo que nunca podré pagarle. Amor sincero.
¿Y porque es tan fácil estar dispuestos a escribir nuestros votos cuando ni
siquiera hemos podido escribir las reglas de nuestra propia vida?
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