martes, 29 de enero de 2013

La primera columna


 
Hay muchos tipos de personas en el mundo, están quienes siguen un estricto parámetro social que los determina desde que son niños hasta que, con suerte cambien de ideas en su lecho de muerte. Y con esta categoría me refiero a los bebedores, no porque todos los que hayan alguna vez en su vida tomado una copa sean este tipo de persona, sino porque es esta actividad en particular –bebiendo- donde este tipo de personas suele destacar. También están los sociables que son aquellas personas quienes se encuentran en el sándwich de la pirámide social; es decir estas personas saludan a todos a su alrededor y su dinámica de vida se centra más o menos en estar en contacto con todas aquellas personas para las cuales son importantes, sin que a ellos les represente mucha importancia, algo así como un o una chica popular, pero sin dinero para presumir. Y en el fondo de la pirámide social están las personas como yo. Quienes no vamos a fiestas, y si vamos, somos expertos investigadores socio-antropólogos, algo conductistas y también adictos a los cocteles que ofrezcan en la fiesta. Es decir, no bailamos y nos dedicamos a examinar la conducta de la primera borracha de la fiesta, del galán desalineado que intenta ligarse a la virgen, a la mujer que regaña a su marido por estar mirando el trasero de la de  al lado y en especial a contemplar con algo de envidia a las parejas que se vean felices y bailando música lenta como en las estúpidas comedias de amor.

Dicen que estar soltero en una gran ciudad como Nueva York, Paris o Madrid es genial, cientos de bares para conocer, restaurantes con los mejores chef del mundo y calles hermosas y románticas por las cuales caminar horas. Y yo estoy soltero… solo que en Bogotá. No es una ciudad mala, quiero decir podría haber sido peor,  Bogotá tiene algunos restaurantes muy buenos, calles históricas por las que caminar (las que no han sido víctimas de contratación) y uno que otro bar digno de salir en noticias internacionales,  claro por un asesinato en serie.

Mi nombre es Alexander Michelsen  y quiero ser periodista de las mejores y más representativas agencias de noticias, BBC, CNN, The Times. Solo que ahora  estoy en entrenamiento, por así decirlo y escribo columnas de entretenimiento para la revista en línea de la universidad en la que estudio… a decir verdad esta será la primera  entrada de la publicación así que me senté en la plazoleta principal y solo comencé a mirar a la gente, los estudiantes atareados, llevando siempre libros, conectados por sus teléfonos o computadores. ¿Qué podría interesarles lo suficiente como para que los estudiantes de mi universidad olvidaran lo aburrida que puede ser una publicación institucional? ¿Qué tenían en común todas estas personas? Así que me dispuse a preguntar a las personas más sabias que conocía hasta el momento, o por lo menos las más “abiertas”; mis amigos.

Era un día soleado pero frio, muy común para Bogotá, y mientras tomábamos café escuchaba sus propuestas:

-          Tienes que hablar de lo mal que están los métodos de calificación, de lo inquisitivo que puede ser el sistema, porque definitivamente si fuera una universidad pública no tendríamos que arrodillarnos al imperialismo al que nos adoctrinan… - Hernán, militante de grupos de izquierda, 24 años- (muchas veces Hernán tenía razón, pero no podía criticar a la universidad de esa manera… más que todo porque ellos me estaban dando el empleo… ¡descartado!)

-          No, lo mejor es hablar de sexo, todos los jóvenes pensamos en ello el 99% del tiempo, créeme, mantener un promedio de 3,5; esforzarme por mantener la línea para el equipo de básquet y a mi novio satisfecho sexualmente, eso sí es digno de una columna, habla de posiciones, sabores y colores, luego haces que te manden  preguntas por twitter para responder en línea, todo un evento – Tatiana, una mujer excepcional, mi mejor amiga y al parecer una experta en el sexo, 19 años (aunque tiene razón abordar temas algo tabú, aumentaría las visitas a la revista, solo que no sé si pueda hacerlo)

-          No, no, no, no, no!!! No puedes  hablar de sexo de esa manera, y si vas a hacerlo tienes que resaltar lo dominante y machista que puede ser, también de cómo el capitalismo ha invadido nuestros cuerpos y ahora las mujeres no somos más que un instrumento masturbatorio del hombre, porque ustedes y su sucia pornografía se encargan del utilitarismo moderno!!! - Antonia, el cerebrito de la facultad, 20 años. (eran interesantes las acotaciones que hacia Antonia, pero el hecho que me apuntara con un tenedor mientras me hablaba me asustaba bastante, además el sexo adolecente no debe ser visto solo de esa manera… o eso creo)

-          Si, brother yo pienso que definitivamente tienes que abordar el sexo, pero no como doctora corazón, ni tampoco como un crítico académico, porque de eso vivimos rodeados los jóvenes, de campañas que te dicen que te cuides, pero son aburridas y pensadas por adultos, pero también invadidos de una ultra sexualidad en la televisión, el internet y las revistas, tienes que hacerlo no en tercera persona, sino como una persona de carne y hueso que vive y siente deseos. David, también uno de mis mejores amigos y tiene complejo de ser mi conciencia así que ayuda mucho, 22 años. (era cierto hablar de sexo como consejero era trillado, y criticarlo con teorías feministas y de biopolitica no llamaría a todos los sectores de la universidad )

Y mientras todos discutían en la mesa, y cada uno hablaba de sus propias experiencias tratando de convencerme ya había decidido mi tema, ya sabía que presentar para la columna de la revista en línea de estudiantes,  es solo que ahora no sabía cómo hacerlo, si hablando desde mi punto de vista y con lenguaje claro; pero quien ¿soy yo para hablar de sexo?

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Esta definitivamente me pasa a mi...

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